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Una ciudad junto a un estuario que a cierto escritor le pareció abstracta. Por lo baja y clara, por su forma homogénea que se derrama sobre el territorio en sentido contrario al del agua. A través de un organismo ambicioso, la ciudad también ofrece interinatos literarios para escritores o escritoras que, inspirados, la incluyan en sus obras. Durante uno de esos periodos de residencia, en el pasado Sergio Chejfec escribió Cinco (con letras). Circunscripto como la ciudad anfitriona, es un relato de historias recortadas, parciales e impredecibles. Esa saga continúa ahora con otra narración, Nota, que sin embargo se orienta hacia atrás. El resultado es 5. Alegato sobre la memoria y las condiciones inestables de todo interinato, el personaje transfigurado en escritor discurre sobre pasados ajenos, singladuras nocturnas y estelas sociales, tramas de eventos vaporosamente movedizos. Entre el producto del encargo (Cinco) y la Nota que se interroga por el significado de aquella pasantía literaria, se extiende una brecha que no es sólo temporal: va del autor de una forma a una forma de autor.